sábado, 12 de mayo de 2007

LUIS ARAQUISTAIN POR FRANCISCO ARIAS SOLIS

LUIS ARAQUISTAIN
(1886-1959)

“Más que por sus ideas, que de ordinario son de aluvión
o insinceras, habremos de juzgar a nuestros políticos
por el grado de universalidad de su conciencia,
por la magnitud de su espíritu público”.
Luis Araquistain.

LA VOZ UN HOMBRE DE CARÁCTER

En un ensayo sobre el carácter, decía uno de los grandes moralistas modernos; Emerson, que los hombres de carácter son la conciencia de la sociedad a la que pertenecen. Araquistain escribe: “Enriquezcamos la conciencia de España, esto es, contribuyamos a aumentar el número de hombres de alto carácter, de móviles generosos y espíritu universal”.

Si de los Ríos y Besteiro representaban de modo eminente el “socialismo de cátedra” que se impuso a partir de 1914, no les iba muy a la zaga Araquistain, aunque, en este caso, su formación náutica y su dedicación periodística le alejasen considerablemente de los problema filosóficos y de las cuestiones teóricas que preocuparon a aquellos. Una vez hecha esta salvedad, debemos dejar constancia que fue un intelectual destacado, formando parte del grupo de intelectuales que entonces se acercaron al partido socialista.

Luis Araquistain Quevedo nació en Bárcena de Pie de Concha, pueblo de Cantabria, en 1886. Tras terminar su carrera de marino, que nunca ejerció, marchó a la Argentina, y allí iniciará su actividad periodística, jamás interrumpida. La mayor parte de sus libros fueron ante colaboraciones en prensa; su firma aparecerá en publicaciones como La Mañana, El Mundo, El Liberal, El Sol, La Voz, Claridad, habiendo sido director de la revista España, durante la segunda década del siglo XX, y de Leviatán, durante la tercera. En Argentina estuvo poco tiempo; enseguida regresó a España, pero su actividad periodística le obligaba a viajar frecuentemente: pasó temporadas en Londres, París, Berlín, aunque su residencia habitual fue siempre Madrid, por lo menos hasta su marcha al exilio, durante éste permaneció en París y en Londres (donde trabajó para la BBC) y finalmente se retiró a Ginebra, desde donde continuó sus colaboraciones en periódicos hispanoamericanos. Luis Araquistaín falleció en Ginebra en 1959.

En los años de la II República, Araquistain estuvo muy ligado a Largo Caballero, ocupando el puesto de subsecretario del ministerio de Trabajo y Previsión Social cuando aquél ocupó esa cartera. Entre febrero de 1932 y mayo de 1933, Araquistain fue embajador en Berlín, quedando muy impresionado por la ascensión del nazismo, que le llevó a radicalizar su postura en España, fundando en mayo de 1934 la revista Leviatán. Entre septiembre de 1936 y mayo del año siguiente, Araquistaín fue embajador en París; al regreso a España siguió la línea caballerista que había mantenido anteriormente.

La obra de Araquistain tuvo una expresión en géneros muy diferentes. Escribió novelas como Las columnas de Hércules, El archipiélago maravilloso y La vuelta del muerto; dramas como El rodeo y El coloso de arcilla; y libros de viaje como La revolución mejicana y La agonía antillana. Pero destaca su labor de ensayista político con títulos como los siguientes: Entre la guerra y la revolución, España en el crisol, El arca de Noé, El ocaso de un régimen, El pensamiento español contemporáneo.

Aunque Araquistain siguió muy de cerca las circunstancias políticas de cada momento, llevándole a un continuo vaivén en su pensamiento, no deja de percibirse en éste una coherencia muy notable que mantiene su evolución intelectual dentro de unas coordenadas inalterables desde sus primeras formulaciones juveniles hasta el final de su vida.

Cuando Araquistain publica su libro más importante de la primera época -España en el crisol (1920)-, el eje del análisis recae sobre los planteamientos de una “psicología de los pueblos”. De acuerdo con la misma, el “problema de España” es el de la decadencia moral del tipo humano español. En 1933 escribe un ensayo con el título de España ante la idea sociológica del Estado, que podemos considerar un testamento teórico; pues bien, allí reaparece de nuevo su vieja obsesión por el “problema de España” visto -ahora como entonces- bajo la óptica de la “psicología de los pueblos”.

De acuerdo con el planteamiento de la generación del 14, a la que pertenecía, Araquistain participaba del “regeneracionismo” común a todos sus miembros. Era un programa reformista de modernización española, con el fin de plasmar en la sociedad los ideales de una revolución burguesa que en España no había tenido lugar.

En otoño de 1955, Luis Araquistain decía en una carta privada refiriéndose a su propio Partido, el socialista, lo siguiente: “Somos una admirable Numancia errante que prefiere morir gradualmente a darse por vencida”. Y, justamente, en esa expresión de Araquistain, “Numancia errante” (que él emplea con una intención peyorativa), está la mejor definición de lo que ha sido el exilio político español: tanto por su voluntad de no declararse vencido como por su condición física misma de ámbito libre y de muro resonador. El exilio español debe enorgullecerse (y todos los españoles de noble ánimo deben compartir ese sentimiento) de esa condición “numantina”: porque la historia está hecha de esfuerzos así, de largas esperanzas y de firmes lealtades. Y es que como dijo Concha Méndez: “Nos movió el mismo dolor..., / la misma espina clavada..., / la misma fuerza de amor... / Tú en la tierra, desterrada, / y yo en el destierro mayor”.


Francisco Arias Solise-mail: aarias@arrakis.esURL: http://www.arrakis.es/~aarias


Donde mora la libertad, allí está mi patria. Aviso: Se ruega a los internautas que pongan en sus páginas el logotipo o banner de Internautas por la Paz y la Libertad que figura en la URL:http://www.arrakis.es/~aarias/internau.htm

Gracias.

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