EL NIÑO ESPANTAPAJAROS
“Españolito que vienes
al mundo te guarde Dios.
Una de las dos Españas
ha de helarte el corazón.”
Antonio Machado.
TODO ES CASI LO MISMO
Cuando unos jornaleros me contaron que en un latifundio de la provincia de Cádiz se empleaba a un niño de 13 años de espantapájaros, tan espantosa humillación me parecía casi imposible, pero recordé la frase de Ortega y Gasset: “Yo creo todo posible en nuestro país”. ¿Diagnóstico? ¿Pronóstico? O el niño espantapájaros es otro mal paso de uno de esos personajes fantasmales que aparecen en nuestra Historia. ¿Pero habrá malos pasos en la Historia?
“Estoy viendo pasar la Historia de España”, decía una vez desde su escaño en el Parlamento, don Antonio Cánovas del Castillo. La visión de un niño espantapájaros es también algo que estamos viendo pasar ante nuestros ojos y oídos, y nos da una cierta idea de España. Pero nos preguntamos, ¿qué es una idea cierta o incierta, oscura o clara, distinta o confusa? Y todavía como el poeta Heine, acabaríamos por preguntarnos sencillamente: “¿Qué es una idea?” Y según nos cuenta, el cochero Pattensen refunfuñaba: “¡Pues vaya, hombre, una idea es una idea! Una idea es una tontería que se le mete a una en la cabeza...”
Pero volvamos los ojos ahora a esta España nuestra de hoy, donde todavía se puede humillar tan espantosamente a un niño. ¿Qué idea tenemos o nos hacemos de ella? ¿Qué idea tenía de aquella España suya Larra, cuando preguntaba por ella como si la hubiera perdido? “¿Dónde está la España?”, preguntaba, se preguntaba Larra. Y notemos que el decía la España. Como si quisiera precisar y aclarar y distinguir mejor su idea, asegurándole una certeza, sin oscuridad, ni confusión, ni duda. Pues, ¿qué España fue aquélla y qué tiene que ver con ésta? Aquélla sera una España a la que Larra articulaba y modulaba con un la menor o mayor, según los casos, y los casi, “toda España es una gran Casi mal disfrazado”, escribía. La España de ayer y de hoy, ¿dónde está?
“De querer tanto mi España / tu querer no tiene en dónde”. Esto lo contaba Unamuno al compás de una guitarra coplera. Pero lo que sí tendríamos que adivinar de ese querer o querencia es el dónde.
El trazo que dibuja la silueta de caudillos y de caciques en la historia española no se borra nunca del todo. Ni sus trazas características desaparecen por completo y hasta, separados, no se apagan enteramente sus sombras.
El esperpento de un niño espantapájaros desenmascara y deja al desnudo todo el caciquismo vivo de nuestra vieja tierra. Toda esa mascarada engañosa, queda desnuda, como las máscaras pirandelianas.
No sé por qué me acuerdo ahora del inolvidable “Retablo de las maravillas” cervantino, donde “se ve lo que no se ve”, pensando en este hoy, en este ahora de España, donde causa espanto que los dueños de la tierra se adueñen también de los niños.
Al despertar de la terrible pesadilla en la que vimos a un niño espantapájaros, gritamos con Larra: “No vi nada sino el gran Casi por todas partes”. Y es que todo es casi lo mismo.
Francisco Arias Solise-mail: aarias@arrakis.esURL: http://www.arrakis.es/~aarias
La libertad no hace felices a los hombres, los hace sencillamente hombres.Aviso: Se ruega a los internautas que pongan en sus páginas el logotipo o banner de Internautas por la Paz y la Libertad que figura en la URL:http://www.arrakis.es/~aarias/internau.htm
Gracias.
martes, 17 de abril de 2007
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