ESTEBAN DE ARTEAGA
(1747-1799)
“Cincel que el bloque muerde
la estatua modelando,
y la belleza plástica
añade a la ideal”.
Bécquer.
LA VOZ DEL GRAN TRATADISTA DE ESTETICA
“Su facilidad de frase -decía Batllori-, la elegancia y ductilidad de su castellano -muy de admirar en quien desde su misma juventud hubo de vivir en el destierro- y, sobre todo, su estilo animado y vivo, tan opuesto al de las soporíferas disertaciones del pedantesco siglo filosófico, le permiten codearse gallardamente con los finos prosistas de su tiempo”.
Esteban de Arteaga es el más importante tratadista de estética que produce el siglo XVIII español. No obstante, como ha venido sucediendo con tantos otros escritores de aquella época, ha merecido escasa atención hasta fecha, muy reciente, y su obra básica, La belleza ideal, no se había vuelto a imprimir hasta 1943. Menéndez Pelayo es el único, prácticamente, que se ocupó de Arteaga en el siglo XIX, y con juicios tan certeros en su conjunto como entusiastas.
Descendiente de una familia vasca, Esteban de Arteaga , nació en diciembre de 1747, en Moraleja de Coca, provincia de Segovia, según el mismo declaró al ingresar en el noviciado de los jesuitas de Madrid. Tras el decreto de expulsión de los jesuitas, residió en Córcega con los otros jesuitas españoles, pero dos años más tarde abandonó la Compañía con la esperanza de regresar a su país; los expulsos no obtuvieron el permiso de regreso y Arteaga hubo de vivir desterrado hasta su muerte. Nunca fue ordenado sacerdote, aunque suele llamársele Padre Arteaga, por la costumbre de hacerlo así con todos los jesuitas desterrados; en Italia se le llamaba abate. Desde 1773 a 1778 estudió en la Universidad de Bolonia filosofía, ciencias, matemáticas y teología. Allí se le despertó su afán de conocimientos enciclopédicos, tan peculiar del siglo.
Su relación con dos grandes musicólogos de la época el jesuita español Antonio Eximeno y el italiano Giambattista Marini, le permitió adquirir gran conocimiento de los temas musicales y preparar su obra, Le rivoluzioni del teatro musicale italiano. El libro tuvo gran éxito. Arteaga propugna la fusión de la poesía y música, escenificación y pantomima, en un todo armónico que conduzca a la creación de un espectáculo peculiar, síntesis de todas las bellas artes.
En 1786 se trasladó Arteaga a Roma donde vivió bajo la protección del famoso diplomático aragonés José Nicolás de Azara, a quien había dedicado su Rivoluzioni. En Roma preparó, en colaboración con otros eruditos, una edición de las obras completas de Horacio. Desde 1794 Arteaga ya no publicó ninguna obra: La ruptura entre Napoleón y el Papa Pío VI llevó al embajador Azara a intervenir como mediador, y Arteaga lo acompañó en sus gestiones y viajes. Cuando el papa fue desterrado a Valence, Azara y Arteaga salieron para París, donde el abate murió inesperadamente el 30 de octubre de 1799.
Las Investigaciones filosóficas sobre la belleza ideal considerada como objeto de las artes de imitación, más conocida por su título abreviado, La belleza ideal, constituye la obra más importante de Arteaga. El libro fue publicado en Madrid en 1789 y pasó en su tiempo casi inadvertido. Frente a la estética neoclásica que había identificado la belleza con la verdad y afirmado la primacía absoluta de la razón, Arteaga centra su interés en torno al hombre y sus sentimientos, sosteniendo que el poder de la razón no es absoluto sino que está modificado por el sentimiento y el gusto. La modernidad de muchas de las ideas de Arteaga, anticipa el yo romántico.
Francisco Arias Solise-mail: aarias@arrakis.esURL: http://www.arrakis.es/~aarias
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No hagamos las paces con la guerra, ni tampoco levantemos guerras con la paz.
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Gracias.
miércoles, 25 de abril de 2007
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